Por Jorge Sandoval Lozano
En mayo del 2008, como parte del equipo que se conformó para impulsar la construcción del local por la creación de la Escuela Técnica de la Policía Nacional del Perú con sede en Bagua Grande, en el auditorio de la Municipalidad Provincial de de Utcubamba, expuse los riesgos de la creciente violencia en la ciudad. En ella dijimos que la única manera de abordar el problema era de manera intersectorial, como deben ser tratadas las políticas sociales. En esa reunión con la autoridades y representantes de la sociedad civil que allí se dieron cita, en la que participó nuestro alcalde electo, la idea era sensibilizar sobre la necesidad de construir esta nueva infraestructura policial.
Han pasado casi tres años de ese evento y hoy como utcubambino expreso mi indignación por la muerte de un menor de edad de manos de la delincuencia que refleja una realidad que nadie ha querido reconocer: la institucionalización de la violencia en sus diversas formas en la provincia de Utcubamba.
El hecho de la muerte de este adolescente de solo 13 años, ha conmocionado no solo a sus padres, sino a los habitantes de Bagua Grande y la región en su conjunto. Los ciudadanos tenemos que decir basta ya a la indiferencia, basta ya a la inercia de las autoridades que han mostrado su ineptitud para enfrentar de manera seria esta crisis en nuestra ciudad. Los asaltos, las violaciones y las muertes se han convertido en cosa de todos los días y es consecuencia de la ausencia de una política de seguridad ciudadana en los últimos años. Es lamentable también ver la complacencia mostrada por las instituciones y de la sociedad civil que todavía no se han pronunciado enérgicamente ante esta indiferencia.
Bagua Grande, es cierto, es uno de los tres pueblos del nororiente con el mayor crecimiento demográfico en los últimos veinte años, pero es cierto también que este crecimiento se ha dado de la mano con el desarrollo de agudos problemas sociales que tienen en la pobreza, la desnutrición, la falta de trabajo, entre otros como las principales causas que dan origen a males como la delincuencia, prostitución alcoholismo, violencia institucionaliza en la ciudad, donde manda la ley del caníbal, del pirañita delincuente que te asalta de día o de noche y nadie dice nada al respecto.
Como educador me preocupa, por ejemplo, que ayer a través de un medio de comunicación local, un padre de familia declare públicamente “que si fuera su caso, el del adolescente asesinado, él saldría a buscar a los delincuentes y los mataría de la misma manera”. ¿Acaso la ciudad ya se ha convertido en la ley de la selva, ojo por ojo, diente por diente? Obviamente que esta no es la solución, comprendemos la indignación, que también es nuestra indignación, pero estos hechos se dan precisamente por la falta de respuesta del Estado que desde hace mucho tiempo tiempo debió articular sus políticas de intervención y no esperar que sucedan hechos que lamentar como lo sucedido a este adolescente.
Creo que el agua ya rebotó el vaso, y tanto es así que los profesores, padres de familia y estudiantes de la institución educativa donde estudiaba este adolescente han salido a exigir justicia y paz, sin embargo estas respuestas mediáticas no solucionan el problema y de lo que se trata es de plantear una solución al problema, necesitamos que las autoridades con el aval de la sociedad civil asuman su responsabilidad.
Aceptemos que el cultivo del crecimiento de la violencia, la delincuencia, prostitución, y otros males sociales de la ciudad, están en los más de 300 bares y cantinas que tiene la ciudad, entre ellos los más 200 informales, las discotecas, los Karaokes, etc, los Juegos de Azar que todos los días dinamitan y hacen más grande el problema, sumados a ello, los bailes de fines de semana, las polladas, parrilladas, entre otras actividades que lo único que hacen es crear las condiciones para el crecimiento desmedido de esta cruel violencia que hoy vive nuestra ciudad.
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